viernes, 22 de marzo de 2013

London Pride

Tras perdernos durante más de 4 horas, Vicente y yo nos despedimos, el sol empieza a despuntar, el alba es fría como el hielo.

Regreso al Queen Elisabeth, reflexionando acerca de todo lo que esta megalópolis me esta aportando, una de cal y una de arena, un duro golpe con la más cruda y ruda realidad. Grandes colas para casi cualquier cosa, pagar para cualquier cosa... Pienso en la cantidad de españoles que me he encontrado, casi todos de mi edad, emigrantes por una situación insostenible en su país, víctimas de un sistema corrupto y asquero, sin culpa ni responsabilidad se han visto forzados a abandonar su tierra, alejarse de amigos y familia por culpa de un puñado de ladrones y un sistema insostenible, ahora están en Londres, por lo menos pueden luchar por un salario mínimo, no creo que ninguno de ellos sea capaz de ahorrar ni unos pocos chelines. Casi siempre tras una barra o cargando platos sucios, peleando por unas pocas propinas que engorden su flaco sueldo... No es fácil la vida del emigrante, y menos cuando muchos de ellos, la mayoría, han pasado penas y sufrimientos acabando una carrera, sacrificándose por algo menos que un papel mojado.
Mi situación es diferente, pero desde mis ojos de flâneur observo y analizo, no puedo dejar de sentir una triste empatía hacia ellos.
El transporte es caro, la vivienda más, .


Camino y camino, me alejo de Fullham y cruzo south Kengsington, cierto es que Londres es una ciudad llena de oportunidades y posibilidades, una ciudad que nunca duerme ni descansa, excepto el Undergound, que a tempranas horas, a eso de las 24:00 cierra sus puertas, dejando como única posibilidad de movimiento la complicada red de autobuses nocturnos... Me he llegado a pasar más de 15 minutos delante de un plano intentando descifrar cual era mi autobús, y eso que en este aspecto estoy bastante avispado.

El tiempo vuela, se escurre entre los dedos, los días desaparecen sin apenas haber tenido tiempo a saludarlos, la inmensa Londres, es una puta de oro, glamurosa, solemne y preciosa, pero rabiosamente cara. Todos la desean, sólo unos pocos la hacen suya, montados en caros Rolls Royce la cruzan en busca de su nuevo Business. Dura y cruda ciudad, me tienes el corazón robado y roto.

Pienso en estos primeros días de este nuevo viaje, la gente con la me he cruzado y como de nuevo la casualidad y la fortuna se han aliado conmigo para darme grandes momentos, como el momento en que yo y Vicente, recordando que otro compañero de Altea vivía en Londres, con dos latas de cerveza cruzando ya cerrado el mercado de Camden nos sentamos con un grupo de rastas a compartir el trago, de golpe descubrimos que una de las chicas es española, y no sólo eso sino que ha estudiado bellas artes en Valencia y es muy amiga de Pablo, nos da su número y en poco más de una hora ya estamos en su casa.
La fortuna me llevo a su vez a entrar en un maravilloso sitio, abandonado, tal vez el mejor sitio que haya visitado nunca, pero mi lealtad hacia aquel que me permitió visitarlo ( por supuesto, el guarda de seguridad) no me permite desvelar ni el lugar ni las imágenes que tomé, pero creerme, es el lugar abandonado más especial que jamás he visitado.

Londres, como me gustas.


























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