martes, 4 de diciembre de 2012

Día 24: Cicerone de batalla

Descansamos unas horas, las justas para recargarnos de las 12 horas recorriendo cada rincón que durante los últimos días habia descubiero.Solo, o acompanyado, aquellos rincónes más emblematicos de mi lisboa. barrio alto chiado cais do sodré camoes laboratorio pension del amor bica ginja estrela mouraria alfama belem rossio liberdade rato ilictric santa catarina santa lx pois,café rio grande clara ladra baixa independente/decadente sagres 25 de abril castelo

Salimos temprano del hostel, en el mirador se Sao Pedro Alcantara nos aclimatamos, nubarrones heavys amenazan por el norte, mientras unas suave luz plomiza enciende la ciudad. Viene lluvia.Caminamos cuesta abajo.
En la plaza Camoes nos tomamos un cafe, allí me encuentro a Miguel, el gorrilla, ha tenido problemillas con su compañero de trabajo, y nos advierte que si tenemos intención de ir a Ladra nos vamos a llevar un chasco, con la lluvia nadie monta, y que si compraramos cosas que no fueran de software.
-ok
Cruzamos Baixa y  empezamos a trepar por la ya menos laberíntica Alfama, ya calados por una agua fina, como de metal. Esquivamos tranvías y resvalones por el adoquinado, tan mítico. Arrastramos los pies fatigados entre las hojas marrones, Otoño en Lisboa. empapados.

Efectivamente, el mercado esta vacío, pero sigue sonando el fado, algunos valientes tapan modestas pilas de teseros bajo plásticos trasparentes, que al estar mojados, no permitían ver nada. la lluvia se detiene, pero vuelve a arrancar, de cobijo en cobijo, con rumbo a algún bar donde ir pensando en qué comer, entramos en una pequeña tasca, con la que se deducía que estaba el padre, mayor, en la barra, la madre y una ayudante, y atendiendo las contadas mesas, las dos hermanas, de cuarenta. Sopa, Bitoq, y un café.
el cuerpo no está para grandes proezas asi que emprendemos el rumbo natural de cuesta abajo, pasando por, para mi, el paradigma de la esencia de la ciudad. Sao Bento, Alcantara. Callecitas tranquilas, con auténticas reliquias vivas en matéria de lojas, tiendas. Entre  estas calles, la lluvia ha desaparecido, solo charcos lo atestiguan. Encontramos un pequeño conjunto de talleres mecánicos en activo, pido permiso para entrar, junto a Marc, nos sigue Albert y un paso a la izquierda Marta. Nos dice que si. Este taller parece un submarino ruso, con un mantenimiento extremo. brutal.

decidimos que tenemos que subir a un viejo tranvia, hay que experimentarlo, cruzamos la calle para retratar a un bella herreria en plena decadencia.
-¿porquè está vacía?

 El ilictricu, puede ser una buena forma de aprovecharlo el ir hasta debajo del Puente del 25 de Abril. Con las prisas nos subimos a un tranvia de los actuales, debe de ser practico pero no tiene la gracia buscada, decidimos cogerlo a la vuelta. Allí el puente seguia rugiendo. Estoy disfrutando cada momento de la visita de mis amigos. brutal. Pero se acaba el tiempo, oscurece pero no nos resignamos, afrontamos aún la subida por el elevador de bica, la penúltima ojeada al mirador de Santa Catarina, y la búsqueda de donde aparcamos el coche, cada pequeño paso cuesta mas darlo, se agotan las escasas horas, ¿volvemos a Rio Grande, donde ayer cenamos bitoque y nos comemos el último como gesto? dicho, hecho. Que majo el camarero, con 50 años de trabajo en la hosteleria. Ya me antendió cuando vine por primera vez, con Bruno y sus amigos, geniales. Rio Grande.

Encontramos el coche cubierto de hojas secas, haciendo que por un momento pareciera que hubieran estado muchos más días. Dámos un par de vueltas por lisboa en coche, otro rollo. Aparcamos en Sao Pedro Alcantara y nos despedimos. quedando ya para un día, en un sítio a una hora.
-Bon viatje Menorcos.Gràcies.

subo al hostel tapándo la morriña intentando configurar el día de mañana.

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