viernes, 7 de diciembre de 2012

Día 26: la lluvia

Me levanto, llueve, llueve como nunca, tormentas que vienen de America llegan a Lisboa.
Bajo al Decadente a desayunar, tostadas café y un zumo de naranja, llueve. Hablo un rato con Vanessa y me cuenta que el sábado va a pinchar en el Music Box, en Cais, me invita a ir.

A través de los grandes ventanales del Independente veo el agua correr calle abajo, los faros de los coches iluminan los railes del tranvia, a pesar de esto me entra el f.o.m.o. ( fear of miss out) miedo a perderme algo, mis zapatillas no aguantarán ni dos minutos con la que está caiendo y recuerdo que con Albert, Marta y marc vimos unas botas de Goretex a buen precio, eso si, de apariencia hortopédica, lo veo claro, las compro.

Salgo a recorrer las calles, y pienso que más práctica sería una piragua que un tranvia, de las empinadas cuestas bajan torrentes que limpian la ciudad, poco a poco me limpian a mi también, en cierta manera me carga las pilas, y me cala la ropa.

Gentes cubiertas con paraguas siguen con sus vidas, la lluvia, parte fundamental de mi Lisboa. Intentar hacer fotos en estas condiciones es bastante complicado, pero me esfuerzo en ello, deambulo por Anjos, Intendente y Mouraria, la ciudad empieza a brillar con sus amarillentas farolas... yo empapado de arriba a abajo, perdón, los pies los tengo secos....

En un rato decido que una buena ducha de agua caliente me va a ayudar a entrar en calor, vuelvo al Independete, bajo el agua, esta vez caliente, también consigo capturar la esencia de la ciudad. Me encanta. Revivo, purificado.

Por la noche me llama mi padre, en un par de días vendrá a verme, quiere conocer de mi mano la bella y decadente Lisboa. Bienvenido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario