domingo, 2 de diciembre de 2012

Día 21: Bitoque y vinho verde

Amanece de nuevo, por la ventana de mi habitación entra una fuerte luz del sol, tras estos días de lluvia, esta visión me llena de pilas y me catapulta a la calle. Es sábado, tengo que ir a la Feria de Ladra a buscar unas pequeñas cruces, son un regalo para una persona muy importante.
En Ladra se vende todo, se trueca, se compra y se negocia, griterío, fados y tesoros.

entre la maraña de puestecitos consigo localizar el que vendía las cruces, mías, sigo buscando, rebuscando, sin ningún objetivo, mil objetos me llaman, piezas que seguramente tengan un valor mil veces por encima del que lo venden, auténticas joias. Por suerte, mi afán por poseer objetos ha disminuído con el tiempo, ahora, una simple foto del mismo me sirve.

Salgo de Ladra, sí, el martes volveré.

Como va siendo rutina, maravillosa rutina, empiezo a caminar por Lisboa, brutal, con sus adoquines pulidos por los pasos, los tranvías, que circulan como orugas, amarillas o rojas. La decadencia que todo lo invade, cada pequeña baldosa, cada puerta, cada rincón... esta decadencia que lo impregna todo, esta imperfección que lleva a la ciudad a la más pura de las perfecciones. Me encanta esta ciudad.

Sigo el camino, callecitas me llevan a callejones, y éstos a grandes avenidas, escaleras, cuestas y vistas que no creo que pueda olvidar...

...la luz torna matérica.
Paso por la tienda de Montana, tengo que comprar algo de material para pintar, allí me encuentro con Ras, grafitero gallego, me cuenta que está haciendo un trabajo en una tienda del centro, intercambiamos números, y quedamos en ir un día a pintar.

En poco rato empezará a oscurecer, estoy cerca del mirador de Santa Catarina, así que decido darles una tregua a los pies, sentándome a ver como se pone el sol más allá del Atlántico. Llegando veo una tierna estampa, tres abuelos iluminados por la luz dorada del ocaso, casi una metáfora... espera... en una esquina del visor de mi cámara veo un rostro familiar, es Bruno, el alegre Lisboeta que tanto me recuerda a Juanlu, joder, son muy parecidos.
-Tioo!
-¿que hay de nuevo Bruno?

Me invita a sentrme con él y unos amigos, vamos a buscar unas cervezas, el atardecer me va eclipsando.
Charlamos, es curioso, puedo seguir perfectamente la conversación, incluso mejor en portugués que cuando hacen intentos por hablarme en español. Uno de ellos es muy fan de La Polla Records y me pide que le cante unas canciones, reímos, me cuentan un poco de cada vida. Al final me invitan a cenar un bitoque en una vieja tasca de Cais do Sodre, buenisimo. El vino verde empieza a teñir las conversaciones y el momento, confraternamos. Tan pronto estamos tomando una ginja en Baixa como una Sagres en Barrio Alto.
Me invitan a acompañarles a una fiesta en un viejo almacén, reconvertido en club. Conozco la noche mas trancera de la capital Lusa, colores fluorescentes, miles de decibelios, pasos acelerados... la noche pasa.
Me despido, me espera la cama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario