lunes, 17 de diciembre de 2012

Dia 37: Sintra y una reunión de amigos.

Hoy el día empieza sin acabar la noche. Ya acostado empiezo a oír una suave melodía que viene de la calle, se acerca, poco a poco voy oyendo darbukas y cantos, acompañados por un acordeón, la música se va intensificando hasta situarse bajo mi ventana, la curiosidad me puede y me asomo a la ventana... Un corro de danzarines, músicos y espontáneos se mueven al son de música popular Brasileria, resuenan los pandeiros, son las 4:00 am y no puedo evitar ponerme la ropa y bajar a escucharles. Genial .

A las pocas horas me levanto, dudando si invertir mi último día luso en Lisboa o aceptar la oferta de 3 chicas americanas que me ofrecen acompañarlas a Sintra, una especie de vieja colonia burguesa, de pomposos palacios kitch y frondosa naturaleza. finalmente opto por acompañarlas.
Cogemos el tren en Rossio y en apenas 40 minutos llegamos a nuestro destino... Justo llegar un pensamiento cruza mi cabeza al ver esas especies de palacetes al pie de una montaña; seguramente no me gustaría la gente que los construyó o los métodos adoptados para conseguir el capital para ello, me debato entre la evidente belleza del lugar y cierto espíritu moralista, tal vez mi profundo amor a Lisboa y el poco tiempo que me queda para disfrutarla también me condicionan, y en apenas un par de horas no aguanto más y cojo el tren de vuelta. Lo que sí que es indiscutible es la abrumadora belleza de la naturaleza que envuelve la zona. Me despido de las tres alegres chicas y de vuelta a la preciosa, decadente y adictiva Lisboa.

Entrando en Lisboa me doy cuenta de que es el último atardecer, esa hora mágica en que la luz blanca se vuelve materica, poco a poco, el polvo en suspensión la tiñe de tonos cálidos y casi parece que se pueda tocar... Faltan 3 paradas para el destino y decido bajarme. Quiero vivir un último atardecer (...) es un momento mío y de Lisboa, se apaga el cielo y se encienden las luces de las calles.

Al llegar al Independente busco a Manuel, quiero despedirme de él, agradecerle lo bien que se ha portado conmigo, las largas charlas sobre arte y política, y las fresquinhas pendientes. Al despedirme me ofrece su casa para cuando vuelva a la ciudad. Hasta siempre Manuel.
Bajo al Decadente, donde me encuentro con Ugutz, dos cervezas y rumbo a Baixa.

En el Bacalhoeiro nos juntamos Patricia, Ugutz, Pablo y yo hablamos de sistemas alternativos de vida, Pablo nos cuenta de cuando vivió en una casa en un árbol, o de cuando paso 9 meses viviendo en el bosque, Patricia nos habla de su abuelo trashumante y Ugutz de su buen proyecto de reflejar todo eso en un documental(...)

Que dolorosas son las despedidas, realmente espero que sea un hasta pronto, Patri, Ugutz, y en especial Pablo, mi socio lisboeta.

Justo en el momento del adiós aparecen Sarah y Arianne, dos de las simpáticas chicas de New Hampshire con las que esta mañana he ido a Sintra, me ofrecen ir a tomar unas cervezas por Barrio Alto, la verdad, no estoy de humor, también me apetece disfrutar de la tierna y triste saudade. Eso también me lo llevo.

Última noche en el Independente. Boas noites

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