viernes, 21 de diciembre de 2012

Día 39: Pelouro

Amanece en Porriño, y tras mi primera noche en una auténtica cama en un mes me cuesta un buen rato el despegarme del edredón.
Por la ventana de piedra intuyo un clima gallego, cielo grisáceo lloviznante, me asomo a la ventana y el verde lo invade todo, las rocas de granito cubiertas de musgo, verde, verde gris y negro, la luz ya no es blanca como la lisboeta sino que simplemente se intuye tras las nubes bajas.
Un café acaba de despertarme, y mientras Río, Galia y María revolotean por la casa antes de ir al colegio yo me acabo de vestir.
Decido ir con mi padre hasta Vigo para comprar algunos lienzos, aprovechare los días Gallegos para pintar algo más, mientras espero a que se prepare para marchar juego un rato con Pedrito el perro, como dice Isabel, un auténtico miura, pura energía , ¿qué debe hacer Pua?

En escasos 20 minutos ya hemos salido de Porriño y al horizonte se divisan las islas Cíes, duramente castigadas con el desastre del Prestige, me cuenta mi padre que aún hoy en día dentro de la Xunta hay algún que otro mamarracho involucrado en este tema que sigue ejerciendo su 'noble' oficio de político. Sinvergüenzas.

Llegamos a Vigo, y salvando las distancias, también tiene cierto halo decadente que la enlaza con Lisboa, aún no me quito esa ciudad, miles de imágenes me llegan sin poder controlarlo. Localizamos la tienda de material, compramos un par de lienzos, visitamos el MARCO, museo de arte contemporáneo y antigua cárcel de Vigo y de vuelta a O Corzón. Comemos rápido y Xavi, mi padre, se marcha al trabajo.

Esta tarde tengo un planing familiar social bastante completo, es la fiesta de fin de trimestre en el colegio de mis hermanos, no es un colegio al uso, es un 'colegio de autor'; cada mañana los niños y niñas, de manera individual deciden lo que quieren aprender y lo discuten en una asamblea, el colegio es una gran casa rural, envuelta por una frondosa naturaleza, sólo rota por los coloridos bancos, triciclos y toboganes, es una tierra prometida, se respira libertad. Más tarde acompañare a Isabel a una pequeña iglesia, donde cantará junto a un coro.

Al llegar al Pelouro, la escuela, parece que este entrando en otro pequeño mundo hecho a escala, algo así como el colegio de Harry Potter a la gallega. Teresa, la directora, nos da la bienvenida y nos acompaña hasta un pequeño teatro de madera, donde un pianista apostado en una esquina interpreta un ligero hilo musical, la platea esta compuesta por un centenar de sillas, cada una distinta a la otra; azules, rojas, de madera, con esparto...

Un pequeño escenario de levanta a tres palmos del suelo y dos pequeños niños sujetan unas cortinas a modo de telón. Desde qué me siento hasta levantarme presencio un espectáculo navideño muy poco convencional, cargado de mensajes de fraternidad, respeto, alternatividad y frescura, es emocionante. Pelouro, que buen proyecto, un colegio sin aulas.

Al acabar la función ejerzo de hermano mayor y acompaño a Río, Galia y María a una pequeña cancha de fútbol del pueblo vecino, tenemos que hacer tiempo hasta la hora de la actuación de Isabel, allí juegan con sus amigos mientras tomo un café, por cierto, que malo el café de España.

Acompaño a Isabel a cantar, sobrecogedor el canto medieval en una pequeña iglesia de pueblo. A los pies de un viejo cruceiro reflexiono un rato, mientras una fina lluvia me va mojando, Galicia, que lugar.

Termino el día tomando una cerveza, la primera, al lado de la chimenea, junto a mi padre, y de como la piedra se vuelve cálida... Boas noites.

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