miércoles, 21 de noviembre de 2012

Día 10: largas caminatas...

Ayer por la noche conocí a Nico, simpático argentino con un aire a Edward Norton, conocía a la perfección la situación económica de España, decía...
-en los noticieros siempre hablan de ello, es culpa de los yankis.
Tal vez si.

Hoy, al levantarme, atronadores cánticos guerreros invadían cada callejuela, cada rincón. En cada piedra del suelo resonaban ecos de hooligans, una marea verde ha invadido la ciudad, hoy el Celtics de Glasgow se enfrenta al Bemfica do Lisboa...

Mis actuales compañeros de habitación son tres ultras escoceses que, gracias a ellos, he recordado el amable y silencioso confort que comfieren unos buenos tapones de oidos.

Tras desayunar salgo del hostel rumbo Este, por recomendación de Ugutz. Tras poco rato de andadura tropiezo con Lisboa Ink, el estudio de tatuajes de Cristian, amigo de mi tatuador; Jota Esteban. Charlamos un buen rato y quedamos en vernos un día de estos. Sigo mi ruta hasta llegar, posiblemente al lugar más perturbador y bizarro con el que me he tropezado nunca, a los pies de una gran estatua se acumulaban cientos de lápidas, reales, como si hubieran desmantelado un cementerio, allí la gente se congregaba para rezar, encender velas... Era muy inquietante, incluso parecía que los coches dejaban de emitir sonido a su paso.

Sigo mi camino, por unos barrios bastante reales, donde el alquiler no debe ser ni caro ni barato, donde te resultaría imposible comprar un souvenir de Portugal, y donde en definitiva, la gente vive.
-¡un moneto! ¿Qué es este sitio? Maravilloso, encuentro un viejo garaje, precioso, seguramente hace 40 años estaba igual, tal vez sin la pátina de polvo que ahora le confería un unitono grisáceo. Cada pequeño rincón merece un reportaje fotógrafico, entro a preguntar si puedo disparar unas fotos y el tierno encargado me dice que no ya que están sus jefes en el piso de arriba de la nave, aunque al final me da permiso para sacarle una foto a el, la emoción de haber encontrado un sitio así me empaña las gafas, las maldigo, las maldigo otra vez, no veo nada y la foto sale desenfocada...

Sigo caminando hasta encontrar un grupo de bomberos voluntarios haciendo un fuego dentro de una llanta... Van a hacer una barbacoa, me invitan a fotografiar el interior de su cuartel, un interiorismo a cargo de Almodóvar, seguro. Al lado hay un grupo de jóvenes, una de ellos me escucha hablar castellano y me saluda, se llama Dafne, y aunque nacida y criada en España, ya hace tiempo que vive en Portugal, muy maja.
Me doy cuenta de golpe que es otoñó, tengo esa sensación, las hojas volando por el suelo, los colores, abrigos, y esa luz, es otoño en Lisboa.

Sigo la ruta, kilómetros y kilómetros de ciudad, fotos y más fotos, cafés, me encanta esta ciudad, a cada día más.

Por la noche quedo con mi amigo Pablo, el de Altea, hemos hablado de vernos en la plaza figueira. De camino me encuentro a una pareja de amables menorquines, conocen mi historia por el periódico, que majos, me piden que les explique donde escuchar fados, los acompaño a Alfama.
Al llegar a mi encuentro con Pablo tropiezo con un chico, que igual que yo, se refugia de la lluvia bajo una carpa, él viene de recoger todo lo que los hooligans se han dejado al marchar al partido, lleva varías bolsas llenas de botellines de cerveza que no duda en regalarnos, nos cuenta que se llama Capitán Europa, y que deberíamos acabar con los políticos. Adiós Capitán Europa.

Pablo y yo hacemos una pequeña ruta de bares alternativos, hasta acabar en una especie de piso - bar - galería - museo vintage, Laboratorio se llama.

Un par de vinos y a dormir

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