Día 8: Santa Decãdencia

Me levanto, es domingo, Barrio Alto esta tranquilo. Bajo a El Decadente a desayunar y comparto mesa con una pareja que he conocido estos días, él catalán, ella vasca. Charlamos de mil temas, sobretodo de la situación en España, los dos se acaban de quedar en el paro. Hace tan sólo unos meses ingresaban más de 5.000 euros mensuales, ahora entre los dos no llegan a 900. Se plantean emigrar a Tailandia. Debe ser duro bajarse de ese carro pudiente y dorado...
... -hasta pronto! Me despido de ellos.
Salgo a la calle, a la plaza Luis de Cãmoes a tomar un café ( no me canso de decirlo, es brutal, en serio).

Sigo mi paseo y llego a una pequeña plaza del Chiado, donde un perro callejero me da una eufórica bienvenida, jugueteo con el un raro y me acuerdo de Púa. Me fijo en una cuba de escombros, extrañamente familiar, no cabe duda, son ruinas de cursos pasados de Bellas Artes, estoy frente a la facultad Lisboeta de arte, mañana vuelvo.

Me dirijo ligero a Alfama, a ver si por casualidad esta el mercado de segunda mano de Lada, le dije a mi amiga Anna de La Trastienda que le haría de corresponsal buscando tesoritos vintage, lástima, hoy no había mercado. Otra vez lo miro en Google.

He seguido callejeando hasta tropezar con João Luis Cascalheino Smart, simpático alcohólico sorprendido de que entendiera el portugués, tras una ligera charla me ha apuntado su dirección en mi libreta de notas, quería que le enviará una postal desde Menorca, nada le hacia más ilusión.

He seguido el resto del día haciendo el flâneur por Santa Catarina, el Chiado, Rato y mil lugares más de los cuales no se el nombre.
La decadencia se encuentra intrínsecamente adscrita al concepto Lisboa, no hay fachada sin grafiti o pintada, no hay acera mal empedrada, no hay nada completo, pero todo funciona. Maravilloso. Un pequeño gran paraíso.

Según un fiable estudio que me acabo de inventar, desdecadentizar Lisboa tendría un coste similar al PIB mundial, además de la pérdida total de su esencia.
Viva la Santa Decadencia