viernes, 16 de noviembre de 2012

Día 6: Tierna saudade

Me despierto con cierta resaca de la noche anterior a voz de ¡Lisboa! ¡Lisboa!, es el interventor del tren que nos levanta con muy poquito tacto. Al mismo tiempo se levanta Víctor, el violonchelista, preparado para hacer su prueba en la orquesta Mäller ( te deseo suerte compi) salgo del tren, y estoy de nuevo en Santa Apolonia, estación central de Lisboa. Me tomo un café resurrector y me lanzo a la calle. El sol despunta a la orilla del Tajo.
Decido caminar hasta Barrio Alto, donde tengo el hostal. Cruzo la decadente y hermosa Alfama, abrumado por su belleza, rodeado de una cantidad ingente de indigentes, agarrados desde primera hora del día a su litrona de Super bock. Me emociona este contexto, veo del orden de 1.000 fotos por metro cuadrado, algo así como un Valhalla para un pintor con mi temática.
A Alfama le sigue Baixa, barrio obra del Marqués de Pombal... Reminiscencias de ultramar, ya sólo queda un tenue reflejo de su poderío colonial.
Empieza a lloviznar a la vez que escalo la empinada calle de Rua da Bico, con sus célebres funiculares, esto me lleva a Barrio Alto, pienso en mis amigos y en como les gustaría estar viviendo esto, soy un privilegiado pero me siento con una enorme responsabilidad, cumpliré.

Llego al hostel entre calado y sudoroso por arrastrar, literalmete, mi equipaje. Me atiende una simpática portuguesa llamada Mery, me enseña allí donde podré pintar, impresionante, es el salón principal del antiguo consulado suizo. Me encanta.
Marcho a pasear, a envolverme de la tierna saudade lisboeta

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